dimarts, de març 10, 2009

Blanco y negro

En la puerta había una gorra negra, o eso creía yo. Hoy, envuelto en esa nube de optimismo que me acompaña desde que me desperté, es de un color rojo resplandeciente, igual que el sol. ¡Ah, el sol! Brillando en la inmensidad del cielo azul, casi puede hasta olerse. ¿O es el verde césped que se extiende debajo de mis pies? O las rosas rosadas que se extienden en el parterre de al lado, antaño grisáceas y pálidas. Hay quien dirá que el precio pagado es mucho, pero ¿de que sirve tener alma si no puedes percibir los colores?