Imaginemos una historia, Jaimito es un veinteañero
que hace vida semindependiente aunque no por gusto. Cuando sus hermanos se
independizaron sus padres se entusiasmaron con la idea de vivir solos y le
montaron un piso. Para que Jaimito pudiera sobrevivir decentemente sus padres,
que tienen un buen nivel de ingresos, le dan una paga mensual, que año a año
irían revisando. Actualmente está cerca de los 600 euros. A cambio tiene que
pagar la academia donde estudia, tiene que pagar el médico cuando está enfermo,
tiene que mantener su casa limpia y en condiciones de vivir, tiene que pagarse
el transporte, la comida, y además sus momentos de ocio y cultura como libros,
cine, teatro… Evidentemente con 600€ no le llega para todo, así que sus padres
le han dado el control de alguna de sus empresas para que la gestione.
El problema es que Jaimito es un vago redomado, así
que pasa de administrar las empresas, y sólo se dedica a pedir más dinero a sus
padres, dar algún sablazo que otro o pedir que le fíen. En lugar de hincar el
lomo se dedica a jugar al golf, a ir a la playa a tomar el sol, ir al parque de
atracciones o salir de juerga con sus amigotes, con los que derrocha el dinero
a manos llenas. Algunos se han acostumbrado de tal manera que le roban el
dinero descaradamente, tanto que Jaimito se ha dado cuenta pero hace la vista
gorda si le escaquean alguno euro que otro o si le dan algunos caprichos que su
padre no le permitiría nunca. Por si fuera poco el verano pasado invitó a su
amigo italiano “Benedetto” a casa con todo pagado (los cubatas, la tele por
cable que le pirateó un amigo por un módico precio, un baño de lujo…). Además
en los últimos meses se ha aficionado a acudir a las lujosas carreras de coches,
y menos mal que ha dejado de ir a las de barcos.
Pero de repente Jaimito ha empezado a tener
problemas, se ha dado cuenta de que su tren de vida es demasiado caro; aquellos
a los que daba sablazos se han largado, hartos de no ver un duro, y aquellos
que le fiaban han decidido que ya estaba bien y que les devolviera la pasta. Sus
padres se niegan a subirle la paga, porque a ellos tampoco les va tan bien y
además ¡que cojones! Están hasta el gorro de Jaimito, que sólo les da dolores
de cabeza por la mala fama que se ha granjeado con los vecinos, por sus malas
compañías. A Jaimito no le ha quedado más remedio que ponerse otra vez con la
empresa, pero bajando el sueldo y subiendo los precios, con el consecuente
enfado de sus trabajadores. También tiene que recortar gastos, pero no le
resulta fácil. Las entradas de las carreras las tenía compradas por adelantado,
y no le dejan devolverlas, así que ha tenido que convencer al primo Jordi de
pagarlas a medias y que cada vez fuera uno. No quiere vender el avión privado
que compró, aunque no funciona, porque si no “sería sólo un pringao con
dinero”, y dejar de ir al tenis… ¿qué haría si no con el esmoquin nuevo que se
hizo sólo para la ocasión?. No le queda más remedio que contratar menos clases,
dejar de ir al cine y al teatro, “que total, son un peñazo”, leer menos, y ¡de
ir al médico ni hablar!
En fin, ¿qué os parece? Ahora cambiad “Jaimito”
por “Comunidad Valenciana”, “papás” por “Estado central”, ¿qué os parece ahora?
1 comentari:
Uoo! No l'havia vist, molt bo :D
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