Cierto silencio sobrevoló el restaurante cuando le vieron entrar por la puerta y acomodarse en una de las mesas reservadas para los que les gusta comer solos. El camarero, que también le reconoció al instante, se apresuró a acercarse a su mesa y darle la bienvenida.
- Señor Ministro, ¡cuanto honor! quiero que sepa que soy cristiano y apruebo al cien por cien sus políticas
- Gracias, gracias... No es nada, solamente intento hacer mi trabajo lo mejor que sé. ¿Qué tienen para comer?
- Oh, por supuesto... ahora mismo voy a la cocina y le traigo la carta.
El camarero se apresuró a marcharse, y poco tiempo después y estaba de vuelta con la carta del restaurante en la mano.
- Tenga, señor Ministro... pero no se si le va a satisfacer.
- ¿Porqué dice eso?
- Verá... de entrante tenemos ensalada de brotes tiernos con queso feta y frutos secos.
- ¿Y bien?
- Bueno, siendo como es un firme defensor de la vida, los brotes tiernos ya sabe que son plantas recién nacidas. Y el queso... leche materna fermentada con miles de bacterias reproduciéndose. Y bueno, las nueces son embriones... así que no creo que se sienta muy bien comiendo eso. Quizá sí pueda probar el vinagre...
- ¿Y de primero?
- Huevos rellenos con atún y mayonesa.
- ¿Y qué tiene de malo?
- ¡Señor! Los huevos son embriones de ave, eso excluye también la mayonesa. Como mucho podría probar el atún, si me aseguro de que no proviene de ningún ejemplar jóven.
- Está bien, pasemos al segundo.
- Quizá ése sí pueda, a ver... pues no, lo siento. Chuletas de cordero lechal. O sea, bebés oveja. mmmmm... Debe sentirse algo decepcionado, le entenderé si quiere marcharse a comer a otra parte, pero si no le puedo hacer un bocadillo con el atún y el vinagre. Eso sí, de pan sin levadura, que también es un ser vivo.
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