Viaje de ida (¿¿¿Me he equivocado de época???)
Tercer viaje al sur, como los patos, para encarar la tercera prueba. Como el primer viaje resultó más interesante que el segundo, pues me decido otra vez por el diesel de las 4 y media. Llego justito justito, (¡puñetera EMT!) y no me queda más remedio que sentarme en el primer lugar que encuentro libre: un asiento lleno de bolsas y maletas hasta arriba, pertenecientes a la señora que tengo al lado. Le pregunto si está libre y si quiere que deje alguna de las maletas arriba. Resulta ser “Sor Citröen”, que un poquito más crecidita y mucho más afónica (tanto gritar con esa voz de pito era demasiado peligroso) se dirige a Cartagena cargada de bártulos. Mis sospechas se confirman cuando se santigua en cuanto el tren arranca. Me enfrasco en mi lectura y en mi mp3, pero atento por si la Sor quiere charlar. De repente me da la impresión que me he equivocado y estoy en un ferrocarril de los años 70, como en la serie de televisión esa. Me asusto más aún cuando un gitano de los “de libro” y su churumbel aparecen por el pasillo diciendo al revisor “jaaaai payo, aquí donde se pué meá” y al churumbel “vamo, su pimo, que es por allá”. Menos mal que llego a la estación y me doy cuenta de que no, que simplemente es que hay gente muy curiosa en el tren de las 4 y media.
Día del examen y vuelta (JAAARRRLLLL)
Me despierto otra vez a las 6 de la mañana, ¡!!DOS VECES EN APENAS 15 DIAS!!! Eso no es sano, (aunque muchos currantes me inflen ahora el blog diciendo que tengo mucha cara y que soy un vividor). Así que me toca de nuevo hacerme el caminito hacia el instituto y desayunar en el bar de enfrente. Poco a poco nos juntamos los “protagonistas”, los que van a actuar como yo y los que van a aguantarme a mi y a los demás. Entre el primer grupo hay una mujer que dice ser la “interina número dos”. Mala pata, me toca aguantar las fanfarronadas hasta que me encierren en el aula.
Me toca salir a escena. Ya me he relajado, he preparado el material, y tengo lista la estrategia: basarme en los clásicos, en los de toda la vida, los que no pueden fallar. “Adelante”, me dicen. Carraspeo un poco y empiezo:
- Soy un fistro de profesooorll que viene a presentar una programación para un curso cobarrrrde pecador de la praderaaaarl”
A las 11 y media salgo de allá, no he arrancado ningún aplauso pero porque no es costumbre de ellos aplaudir a los candidatos, pero al menos tengo la sensación que les ha gustado. Me ha faltado un poco de atrezzo (pero ponerme calva era un poco demasiado) y quizá el paso del “indeciso” me haya salido un poco forzado. A la salida está la “interina número dos”, ¡hora de mi venganza! Cuando me dice que ha respondido a todas las preguntas del práctico le voy diciendo alguna de mis respuestas, que no coinciden con las suyas. De repente ya no está tan segura. Me despacho diciéndole que bueno, que de todas formas el práctico no vale demasiado… y que además no soy rival para ella (no dejo caer en cual de los sentidos). Me enchufo el mp3 y me voy a comer a la estación.
Nuevo espejismo, al ir a comprar el billete veo a Risto Mejide detrás de mi. Encima suyo hay un cartel que pone “¿Tienes cara redonda? ¿pelo rapado? ¿nada en el cerebro? De los creadores de “disfrázate te Bisbal”, ahora viene la última moda: “conviértete en Risto”. Sólo tienes que comprarte las gafas de sol” Me froto los ojos, el cartel desaparece. En lugar de Risto hay un cafre disfrazado como él. De ahí me voy al “Bocata” a comer, que a esas horas está casi siempre vacio. Una pareja (ninguno de ellos parece científico ni profesor universitario) y su bebé, que juega con un paquete de tabaco, se sientan al lado. La conversación sube de tono poco a poco, y antes de que me de cuenta están diciéndose de todo (suegras por el medio incluso). Me miro las manos, pero no, no me he vuelto invisible. Por si acaso desaparezco, no sea cosa que busquen un juez imparcial.
Para rematar todo el tren llega con media hora de retraso. ¡Al menos me reembolsan la mitad! A las nueve llego a casita feliz y contento: ¡!!POR FIN SON VACACIONES!!! Y, por tanto, puedo finalizar todo con un:
FIN
PD: todo este relato en tres post lo dedico a Venus, que siempre ha estado cerquita (aunque lejos), dando ánimos, consejos, y todas esas cosas.
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