dilluns, de març 28, 2011

AMORES DE METRO

Son las ocho de la mañana, la estación está repleta de gente. A pesar de todo en el lugar reina el silencio, la mayoría de los viajeros son trabajadores que dentro de poco empiezan su jornada: abogados, ejecutivos, administrativos, pintores, electricistas... muchos escuchan música desde su teléfono o MP4, la mayoría leen o uno de los tantos periódicos gratuitos que reparten en cada boca de metro o algún libro de bolsillo. Pero entre tantos otros hay algunos que me llaman la atención: los amantes de metro. Día a día me encuentro con parejas de todo tipo y edad a los que parece no importarles lo que sucede alrededor, se miran con ojos profundos, se abrazan, se besan, a veces bromean. Al principio no terminaba de entender porqué una cosa tan normal me fascinaba tanto, y he llegado a la conclusión a que es muy infrecuente en nuestros días. El ritmo de vida es tal que en la superficie se vive corriendo: gente dentro de su coche escuchando la radio y cabreándose cada vez que tiene que detenerse para ceder el paso a un peatón, que caminando a toda velocidad apura su cigarrillo. Todos ellos ajenos al pequeño oasis de bajo tierra donde, al no depender exclusivamente de tus piernas o de tu acelerador, tienes tiempo para disfrutar de un buen libro y de un poco de amor. A mi, si me dan a elegir, preferiría esta última vía. Tampoco me extrañaría que muchos de los que se besan agarrados a las barras del tren hayan decidido disfrutar del poco tiempo que tienen entre el desayuno y la maquina para fichar.