dimecres, de novembre 21, 2012

SOLEDAD


Llevaba al menos un par de horas arrastrando el destartalado carro de compra, estaba tan acostumbrada a madrugar que ya instintivamente se despertaba a las siete y media. La gente hacía rato que estaba en sus lugares de trabajo o los colegios y la avenida estaba bastante solitaria, apenas un par de jóvenes que se desplazaban en bicicleta y los barrenderos, cumpliendo con su trabajo. Decidió que era un buen lugar para detenerse, limpió con un pañuelo viejo las maderas del banco y se sentó. Vio un joven subía calle arriba, tranquilo, despreocupado, o al menos no parecía tener ninguna prisa, caminando a pasos lentos y fumando un cigarrillo. Ella también sacó un cigarrillo de un arrugado paquete, justo cuando el joven pasaba por su lado.

-          Perdone, joven, ¿me da usted fuego?
-          ¡Cómo no, señora! – el joven buscó su mechero entre los bolsillos de la chaqueta
-          Es que nunca sé que hago con ellos, un día meto la mano en el bolsillo y ya no está… - encendió el cigarrillo y le devolvió el mechero
-          Suele pasar, señora. Yo mismo a veces me dejo el mechero en la cocina, después de cocinar… - el chico hizo además de marcharse
-          Muchas gracias, joven.

Le vio alejarse avenida arriba, apurando las últimas caladas del cigarrillo antes de doblar una calle. Miró, algo apenada, cómo se marchaba. Tosió un par de veces y apagó el suyo. “Otra vez será…” y volvió a empujar el carrito avenida abajo.

divendres, de novembre 09, 2012

LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS


                Hace unos días, mientras iba a trabajar en bicicleta me encontré con una pareja joven, con todo el aspecto de ser de clase media-baja,  acunando en su cochecito a una criatura que apenas tendría unos meses de vida. En ese momento me dio por pensar en qué habían pensado para, con los tiempos que corren, “multiplicarse”; pero en todo caso me pareció como un triunfo frente al fatalismo que me inspiró para escribir mi última entrada, "egoísmos". En realidad cuando la hice no pensé que, en realidad, alguien fuera tan estúpido como para pensar que traer un niño al mundo fuera a agravar los problemas de los españoles. Bueno, fui demasiado optimista: Hace pocos minutos me he enterado de que el ministro (si, ministro) Montoro ha utilizado un argumento calcado para clamar contra el matrimonio gay; así que no he tenido otra, y con la esperanza de que algún dia buscando su nombre encuentre este escrito le escribo:

Señor Montoro:
Perdone lo intempestiva de la hora, pero es que la inspiración viene cuando viene y si se deja mucho rato al aire se la lleva el viento. En realidad le escribo para pedirle que, por favor, intente explicarme el razonamiento seguido, porque no lo entiendo del todo. Según usted que determinadas personas en el mundo puedan casarse es la causante de que haya gente sin trabajo. Ignoro cómo habrá llegado a ésta conclusión, mis dos teorías son a) ha comprobado que el paro empezó a aumentar en la última etapa de Zapatero como presidente, precisamente esa etapa donde se aprueba el matrimonio gay, y entonces llega a la conclusión de que si antes del matrimonio gay el paro estaba por los suelos y después ya no, es porque habrá alguna relación; o b) se lo ha inventado directamente. Pero aun así vamos a seguir su razonamiento.
En primer lugar sostiene que las bodas civiles entre el mismo sexo hace aumentar los impuestos. ¡Y yo que pensaba que eso se hacía vía real decreto-ley! En fin, puedo comprender ahora la angustia que deben tener algunas parejas que se casaron el 1 de septiembre. Probablemente estarán preguntando ahora mismo si pueden poner en el registro civil “casados el día 2 de septiembre”, no sea cosa que alguien les culpe de subir el IVA. Además por lo visto hace subir el déficit, (aunque ni del primer argumento ni del otro he visto explicación alguna). O sea, que sobre el mapa donde más matrimonios homosexuales hay es en Catalunya, en el País Valencià, en Madrid y en Baleares, entre otras. Y en Euskadi “apenas hay maricones”; de ser esto cierto los problemas de déficit tendrían una rápida solución: enviemos unas cuantas parejas homosexuales valencianas a Bilbao, y así nos equilibramos todos.

Ahora bien, el argumento que me parece, al menos, digno de amagar con la dimisión, es el de que “si se permiten las bodas gays o se equiparan las parejas de hecho a los matrimonios, las ventajas económicas serían iguales para todos”. ¡Pues claro, ministrín! ¡Ese era el objetivo! Así que, siguiendo ésta línea, cuando se equiparan los derechos de las personas aumentan los impuestos y sube el déficit. Quizá debería sentirme aliviado porque los empresarios aún pagan menos a las mujeres en concepto de salario que a los hombres, o del techo directivo para las mujeres. El día que eso suceda probablemente Montoro se arranque los pocos pelos que le quedan, se rasgará las vestiduras y se marchará a Bahrein, donde según sus tesis el déficit debe ser bajísimo y apenas se pagan impuestos.

En fin, señor Montoro, que si lo que pretendía era hacer de voceras de la iglesia (curiosa postura la suya, por cierto, toleran que un sacerdote se la meta sin consentimiento doblada a un monaguillo detrás del confesionario, pero no les gusta que eso mismo se haga de forma consentida en casa), en realidad para mí ha hecho el ridículo; y si lo que pretende es buscar culpables del nivel de déficit que les ha obligado a cumplir casi el 90% de su programa electoral yo le daré uno: la corrupción, que en Valencia se ha llevado entre todos los chanchullos unos 100 millones de euros. ¿y eso cuánta deuda representa? Piénselo, y si quiere se lo explico, “quid pro quo”