dijous, d’abril 19, 2012

LA BALADA DE JAIMITO EL VAGO


Imaginemos una historia, Jaimito es un veinteañero que hace vida semindependiente aunque no por gusto. Cuando sus hermanos se independizaron sus padres se entusiasmaron con la idea de vivir solos y le montaron un piso. Para que Jaimito pudiera sobrevivir decentemente sus padres, que tienen un buen nivel de ingresos, le dan una paga mensual, que año a año irían revisando. Actualmente está cerca de los 600 euros. A cambio tiene que pagar la academia donde estudia, tiene que pagar el médico cuando está enfermo, tiene que mantener su casa limpia y en condiciones de vivir, tiene que pagarse el transporte, la comida, y además sus momentos de ocio y cultura como libros, cine, teatro… Evidentemente con 600€ no le llega para todo, así que sus padres le han dado el control de alguna de sus empresas para que la gestione.
El problema es que Jaimito es un vago redomado, así que pasa de administrar las empresas, y sólo se dedica a pedir más dinero a sus padres, dar algún sablazo que otro o pedir que le fíen. En lugar de hincar el lomo se dedica a jugar al golf, a ir a la playa a tomar el sol, ir al parque de atracciones o salir de juerga con sus amigotes, con los que derrocha el dinero a manos llenas. Algunos se han acostumbrado de tal manera que le roban el dinero descaradamente, tanto que Jaimito se ha dado cuenta pero hace la vista gorda si le escaquean alguno euro que otro o si le dan algunos caprichos que su padre no le permitiría nunca. Por si fuera poco el verano pasado invitó a su amigo italiano “Benedetto” a casa con todo pagado (los cubatas, la tele por cable que le pirateó un amigo por un módico precio, un baño de lujo…). Además en los últimos meses se ha aficionado a acudir a las lujosas carreras de coches, y menos mal que ha dejado de ir a las de barcos.
Pero de repente Jaimito ha empezado a tener problemas, se ha dado cuenta de que su tren de vida es demasiado caro; aquellos a los que daba sablazos se han largado, hartos de no ver un duro, y aquellos que le fiaban han decidido que ya estaba bien y que les devolviera la pasta. Sus padres se niegan a subirle la paga, porque a ellos tampoco les va tan bien y además ¡que cojones! Están hasta el gorro de Jaimito, que sólo les da dolores de cabeza por la mala fama que se ha granjeado con los vecinos, por sus malas compañías. A Jaimito no le ha quedado más remedio que ponerse otra vez con la empresa, pero bajando el sueldo y subiendo los precios, con el consecuente enfado de sus trabajadores. También tiene que recortar gastos, pero no le resulta fácil. Las entradas de las carreras las tenía compradas por adelantado, y no le dejan devolverlas, así que ha tenido que convencer al primo Jordi de pagarlas a medias y que cada vez fuera uno. No quiere vender el avión privado que compró, aunque no funciona, porque si no “sería sólo un pringao con dinero”, y dejar de ir al tenis… ¿qué haría si no con el esmoquin nuevo que se hizo sólo para la ocasión?. No le queda más remedio que contratar menos clases, dejar de ir al cine y al teatro, “que total, son un peñazo”, leer menos, y ¡de ir al médico ni hablar!
En fin, ¿qué os parece? Ahora cambiad “Jaimito” por “Comunidad Valenciana”, “papás” por “Estado central”, ¿qué os parece ahora?

dijous, d’abril 12, 2012

“AVAJO LOS DEVERES!”


No, no me he vuelto loco ni he involucionado, la frase está sacada de un libro de las aventuras del inefable “Guillermo Brown”; cuando los “proscritos”, aburridos en una tarde de lluvia, deciden crear su própio periódico con aquellos temas que les interesan. En cierta manera Guillermo Brown caía bien porque se parecía mucho a nosotros de pequeños, todos los niños hemos tenido ese espíritu aventurero que nos hace soñar con ser algún dia pirata, astronauta, explorador, piloto… y casi todos hemos soñado con un mundo sin deberes, esas odiosas tareas que nos quitaban tiempo de juego después de salir del colegio, y en las que al final pasábamos más tiempo del normal por nuestra poca predisposición a hacerlo.
Pero todos los niños nos hacemos grandes y nos damos cuenta de cómo es el mundo, y los que de mayores nos dedicamos a la enseñanza mucho más aún, por eso no deja de sorprenderme la asociación de padres que ha hecho suya el dicho de “los proscritos”, es decir, podria entenderlo si la fecha en que se dió la notícia fuera en 28 de diciembre, pero no en pleno marzo. Los motivos que alegan es que los deberes son discriminatorios y no ayudan a aprender, por tanto no son didácticos. Pues bien, puesto que van en serio, y a pesar de que probablemente ninguno de ellos me lean, tengo que decir lo siguiente.
-      La idea de la discriminación se basa en que hay padres que tienen recursos, mentales y de los otros, y hay padres que no. Por tanto partiendo de la base de que los padres ayudan a los hijos a hacer los deberes, habrá niños que irán más adelantados porque sus padres son más sabios o tienen una buena conexión ADSL, y otros más retrasados porque sus padres no tienen estudios y tampoco ordenador. En primer lugar la premisa es equivocada, los deberes son tarea para los hijos, están enfocados para que se esfuercen y para que refuercen aquello aprendido en clase; y si bien es positivo que los padres echen un cable a los hijos, no debe recaer en ellos el grueso de la labor, porque entonces el positivo se transforma en negativo. Los chavales no aprenden a resolver problemas por su cuenta, se acostumbran a ir al primer adulto o superior para exponerle el problema y que allá se apañen.

-      En cuanto a la idea de que son antididácticos, creo de verdad que es un auténtico disparate. Las tareas en casa facilitan que el alumno se adquiera su propio hábito de estudio y pierda la costumbre de preguntar al profesor cada vez que no recuerda algo o no le sale el ejercicio, es decir, le obliga a esforzarse, ya sabeis, “la necesidad es la madre de la invención” y todas esas cosas.

-      Y en tercer lugar si los padres piensan que en las horas de clase da tiempo a asimilar y reforzar todos los conceptos a impartir, de forma que el alumno adquiera las capacidades que se supone deben de tener al final de curso es que nos sobrevaloran a los docentes o viven un palmo por arriba del suelo.

En fin, que creo que lo que realmente mueve a estos padres son las ganas de llegar a casa después de trabajar y sentarse en el sofá sin que los hijos vengan con la libreta de tareas en la mano diciendo que no entienden A o no les sale B, lo cual es un deseo tan digno como cualquiera, pero señores, ser padres es una responsabilidad que comprende esa pequeña moléstia tanto como la de levantarse de noche porque el niño llora o cambiar los pañales cuando “descomido”. Deberia decir que afortunadamente la asociación de padres es francesa y de momento nadie en españa se ha puesto bajo la bandera de “·avajo los deveres!”, pero esperen que salga en la Noria y ya verán, ya… que “!a nosotros los franceses no nos ganan ni como reaccionarios!”